(El sueño de él)
No despertarás, todavía,
hombre plateado por los astros.
Tu verdad es la nube;
caminarás hipnotizado
como un virginal efebo
por los pasillos de Dios.
Las ciudades ya no existen.
Tu mundo real se ha desmoronado.
El miedo intestino
alojado en riachuelos de sangre
se ha de ir con las gaviotas.
Tu cenit es la mirada amante
de una incógnita mujer de agua.
La magia acecha los sueños
y vemos arder en su fuego
las guedejas carmesíes
que esperábamos desde la infancia.
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