viernes, 23 de noviembre de 2007

CENIT (El sueño de él)

CENIT 


(El sueño de él) 

No despertarás, todavía, 
hombre plateado por los astros. 
Tu verdad es la nube;
caminarás hipnotizado 
como un virginal efebo 
por los pasillos de Dios. 

 Las ciudades ya no existen. 
Tu mundo real se ha desmoronado. 
El miedo intestino 
alojado en riachuelos de sangre 
se ha de ir con las gaviotas. 
Tu cenit es la mirada amante 
de una incógnita mujer de agua. 

 La magia acecha los sueños 
 y vemos arder en su fuego 
 las guedejas carmesíes 
 que esperábamos desde la infancia. 

Prisma (El sueño de ella)

PRISMA.
(El sueño de ella)




PRISMA.


La mujer de agua huye de los calvarios
poseída por visiones
y se abruma en azogues de cristal
a lunarcitos.

Sueña.
Aparece flotando en las cuevas y acequias.

Es un prisma que rezuma
y sale como un gato garduño
de los vasos que la encierran.

En sus laberintos de seda
desaparecen estalactitas y carámbanos
y quedan reverberaciones oníricos
de color fluorescente.

Esencia de lucero,
burbuja, pandereta.
La mujer de agua rastrea
su esquilón de plata,
camarón de mares y ríos,
cantando saetas y liturgias.

La lúbrica mujer de agua,
quillay de la luna,
borda con su monótona voz
las lentejuelas del amor sublime.


















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ENCUENTRO (BLUE BEAM)

ENCUENTRO



Hay un punto de azul en el encuentro.
Un holograma.
La belleza aguachenta y el espíritu cautivo
funden su delirio en obra maestra.
Aspirantes o aprendices de la perfección
miran la vacuidad
hasta el fondo del ojo preso
y saltan al vacío.
Dos faroleros en la oscura piscina
juegan a ser tótems de la Providencia,
actores de un teatro cerrado,
aviadores que se animan a cruzar la lágrima
en brazos de la percepción,
para escapar de la profunda sequía urbana.










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INTEMPORAL

Intemporal

Pero si la mujer de agua es intemporal. 
No tiene edad ni cronologías. 
Es el beso de los huracanes, 
el ojo de las tormentas, 
el aire que perturba las galaxias. 
Las mujer de agua no madura como trigo 
porque es arándano verde 
para los caballeros 
que se olvidaron del ego 
y las vanidades, ocultas 
entre los tomates sequitos por el sol. -

HOMBRE SINTÉTICO

HOMBRE SINTÉTICO.


Rodando por los bares de la calle Defensa, la mujer de agua conoció al hombre sintético.
Él apenas presintió que se trataba de un error se sintió afortunado.
Al día siguiente la llevó a ver a un primo alquimista. La hizo solidificar con arte y la convirtió en mujer mediática. Como estaba algo excedida de peso, la anotó en un centro de recuperación contra la obesidad y la llevó al gimnasio tres veces por semana, le cambió el color de pelo y le compró ropa en la Bond Street. Luego, la exhibió orgullosamente a sus colegas médicos forenses.
Él estaba enamoradísimo, por eso, no pudo comprender la carta de despedida que la mujer de agua pegó con imán (una canastita de la abundancia) en la puerta de su heladera, tres semanas después:

-Te dejo. Sé feliz.

Su primer impulso fue llamar por teléfono a la oficina (le había conseguido un excelente empleo) para preguntarle. ¿Por qué?, ¿por qué?
La mujer de agua no estaba ni regresaría jamás por ese sitio, pero por el llanto angustiado del hombre sintético, que la despertó por la noche, comprendió que debía dar una explicación consoladora y personal.
Los hombres sintéticos no entienden de telepatía.
Consiguió comunicarse con el celular de su pretendiente, y le dijo casi sin respirar:

-Lo siento. No me gustaba tu ritmo circulatorio.

Las niñas de azúcar cande crecen y se vuelven descarriadamente sinceras y, muchas veces, lastiman a las personas sin querer.

ÉPICA

ÉPICA

Lejos de la épica 
asiste al hombre de plata 
en su exilio voluntario. 
Es el fantasma que grita en el vacío. 
Un cuerpo absoluto que llega del espacio. 
Una mujer celestial para después de la vida, 
para antes de la muerte. 
Arriesga sus blasones en la paradoja del placer 
por olvido de encarnaciones efímeras. 

 Cara a cara con el amo, 
no contaminada por lo vivo, 
tiene su estética propia 
una comunión particular con el goce. 

No hay trastiendas ni disimulos. 
Ella está ahí. 

LA ZUQUITA

LA ZUQUITA.

La “Zuquita” como la llaman cariñosa y artísticamente sus padres, se disfraza de salsera imitando a la negra Cruz o se pone un turbante a lo Carmen Miranda e inventa las canciones que se cantarán en calesitas, actos escolares y teatros infantiles.
Al final, saluda a su público con efusivas risas, reverencia a los asistentes de sus espectáculos y les regala besos autografiados con tinta indeleble.





Este será el hit del verano, rumbita compuesta por nuestra niña de azúcar cande.

Quiero ser una papa
recién cortada...
Para papá pa.

Quiero ser en tu boca
dulce bombón...
Borombombón.

Quiero tocar tu rumba
con la mirada...
Macumba,
soñada...

Quiero ser prisionera
en tu corazón...
Cosóngoro cosón...

Quiero bailar contigo
una lambada
Sonada.
Sonera.

Quiero ser la primera
en sellar tu cuello.
Muy bello.

Por ello:

Quiero ser una papa
Recién cortada...
Para papá pa.

Quiero ser la manteca
de tu sartén...
Ten fe... Fetén.

Y freírme en la cama
de tu cuartito...
Chiquito,
bonito...

Quiero ver en tus brazos
pasar el tren...
Uh uh uh

Pasar el tren...





Escuchar aquí la canción de La Zuquita