jueves, 13 de diciembre de 2007

Los poetas preguntan

Con este poema finaliza el libro "Acuario Plateado por la Luna" que se brinda en versión completa en este sitio web.
Quizás dentro de algunos años volvamos a encontrarnos con sus personajes. Quizás no.
Todo depende del cruce de las paralelas en el infinito.












LOS POETAS PREGUNTAN.


Desde la atisbada rareza de la sombra
preguntan los poetas
si un ángel despechado
hace recorrer toda vida nuestra
de un aliento indolente
de promesa incumplida,
en palabras desiertas.


Preguntan si el amor,
ese vicio irredento,
se acerca a medianoche
a envainar los sosiegos
con sus rieles de ausencia.


Si palomas acaso,
vastas y hondas palomas
de ecos lúcidos, ciegas,
despliegan sus plumones
avisando que mueres.


Y si los pies descalzos
de virtud o pecados,
languidecentes penden
de adioses entreabiertos
por la herida de guerra,
que con solo decir:
"sangre"
roerá la cochambre
que orla en red el presente.


Como el agua espontánea que supura
de unas yemas nervales,
los poetas preguntan,
preguntan sin respuestas.











-fin
y
principio.

Advenimiento: El grito final

ADVENIMIENTO: EL GRITO FINAL






La mujer de agua
lleva un velo opaco
ante los ojos del perseguidor,
que la añora.


Ella lo trae de la nariz,
hacia el alto de un puente
o a la proa del Titanic.
Abre los brazos y se desvanece
para entregarse en la incierta frontera.

Cada gesto es una danza.
Una metáfora del deseo.
Un relámpago avizora el crimen
y frena al rayo.


Para el amante,
ella tiene cuerpo
en el estertóreo,
tremebundo grito orgiástico
que resuena y le devuelve
la perdida fe,
antes del advenimiento.





-

Dibujos

DIBUJOS




En la mente ha dibujado
un barco pirata,
intrépido y arrogante,
para cruzar los tiempos
y encontrarla ardiendo
en el granito en bruto
de un mascarón de proa.

Inflaman sus huellas escultoras
el fuego de ese amor ideal,
tal para cual,
diría el Capitán,
y las favilas de su corazón
de salamandra de plata
van a dar a la chimenea Central
que consume
la abundante levadura
del pan de los inocentes
que desean imposibles.

El cielo está entibiando su busca cósmica.

Sex

SEX.




La osada letanía de su cuerpo
devorando
un aplanado horizonte.
Sexo.
Restos de un naufragio
en las venas
elásticas y prohibidas.
Sabor de mil derrotas,
recuperado.
Sauce llorón espinal
de piernas sin raíces.
Los brazos abismales
llevan
al perfume ignoto
por sendas de evocación,
incoloramente.
Ofrenda del suicidio
a su lado
el hombre de plata
va recorriendo
tanta piel,
sin dedos,
entrando
en la caja sonora
como el primer día,
empapado en astrales besos.
Secreto erótico, prohibido,
en tierras por conocer,
que llegará hasta nosotros
recogiendo
sombras del presente impuro
sin ayeres apostados
a la desbocada vera,
de bronce sepulcral
en tumbas luminosas.





-

Viudez y desconsuelo

Mudez y desconsuelo




La mujer de agua
titánica y tornasolada
tal una catedral gótica,
pugna por salir de su encierro
de yuyo hirsuto
y convertirse
en deslumbrador remanso:
el vado del caminante.
Pretil, sostén y balaustrada
son su trágico destino
de hembra sin imagen,
ni carnadura.
La desconcierta el destierro.
Y no tiene ojos para mirar
aunque tiene lágrimas oxidadas
que salpican a borbotones
su viudez y su desconsuelo.





Fe de erratas:  Se publica "mudez" por "viudez"




-

Relatores deportivos

RELATORES DEPORTIVOS.


A Álex Méndez Chavira.



Cierta vez, un relator deportivo quiso meter a la mujer de agua en un termo milagroso, para llevarla bajo su brazo izquierdo a las canchas de fútbol.
Entre tiro de arco y tiro de esquina invocaba su nombre de santa:

Oh, Madonna mía,

y repetía himnos de hinchadas desconocidas como si fueran los cánticos de Independiente, Racing o Arsenal.


"No queremo vino tinto,
no queremo vino blanco,
somos fieles por instinto
a nosotros denos agua:
Somos hinchas del Chihuahua.


oleoleoleole

Somo macho de tribuna,
somo guacho de tablón,
alentamo bajo el agua
a mujeres en enagua
del equipo del Zanjón."


oleoleoleole


La Zuquita se reía con carcajadas sonoras, roncas y largas; prometía cebarles unos mates calentitos y luego, se esfumaba -horror del frasco de vidrio- como por arte de birlibirloque.

Niño de cera de abejas



A Marguerite Yourcenar.



El niño de cera de abejas empieza a adolecer germinando encrucijadas.
Tan joven él, y mientras lee "Memorias de Adriano" escoge fragmentos textuales
que serán collar de perlas de arcilla de su futuro poema.


Ahora intentará descifrar su recóndito significado premonitorio.


"Emplázame a tu gruta
a golpes de zapa
y fastos reales.
En el frotar de juncos
el amor lanzó su pica
y sus dos jabalinas
color de destierro, miel y sol.
El peso del toro agonizante
cazador en peligro
improvisóse una especie de festín.
La sabida estratagema
de la seducción
lo simplificaba todo.
El cadáver fue quemado
a orillas del mar.
Conocía el nombre de mis actores.
El pulso de la tierra
volvía a latir.
Nos sentíamos envueltos
a este mundo heroico
donde los amantes mueren
alternando su alegría
el uno por el otro
como las estrofas de una oda
inquietante y sinuosa.
Pero, ninguna caricia llega hasta el alma.

Ocho días después
los vendedores de sandías
anunciaban su mercancía
en la calle.
La luz del crepúsculo
caía rápidamente
envuelta por el lodo del río.

Todas las metáforas
recobran su sentido,
su santuario renovado.
Amor, el más sabio de los dioses
era el cielo de bronce
de los poemas de Homero,
sin estaciones y sin fin."








lunes, 10 de diciembre de 2007

El silbido de la mujer definitiva

Todo desaparecerá,
el rumor del tiempo,
la vida humana,
el ingrato olvido.

Todos perderá su metamorfosis,
su color presente.
La muerte será un eslabón
hacia la trocha enorme que aguarda.

Todo terminará pronto
y sin explicaciones.
Solo ella, su dios personal,
la inmanencia de su ser
y su silbido de mujer de agua,
de mujer definitiva,
lo está abrazando
entre las nubes tormentosas
de este abrumado destierro
de aquí abajo.

Stella Maris

STELLA MARIS


Descalzo por la playa
el hombre plateado la huele.
Está su riego de agua
en el aire marinero
y en el ruido vertical de las olas.
Es el eclipse de sol
del mediodía que lo aturde
y le quema los pies.
Atavío de mujer caracola,
Stella de navegantes solitarios
con huesos de vapor
luciendo alegorías.
Mejor no pensar más.
Le dará
hambruna de besos de lengua
y tendrá que volver a consolarse
con la página en blanco,
su retablo de duelos.













-

Él y Ella

Él y Ella




Él copula con la semántica.
Ella goza con intuitiva concupiscencia.

Él exprime una naranja de San Pedro.
Ella ocupa los balcones de la calle Magdalena.

Él documenta los labios y los sella.
Ella siembra chopos y raulíes
no muy lejos de casa.

Él se asoma al polvo literario.
Ella apacigua los cántaros
con ascéticos idilios.

Él anhela quitar las huellas de las cicatrices.
Ella se adentra en las grutas
y se deshace en un túnel.

Él la protege del ciclón.
Ella le enseña a rezar.

Él sueña
que la ve aparecer en el humo,
y ella lo sabe,
claro que lo sabe.

La Piedad

La piedad. Una mujer lo atraviesa, es causa de su deseo, encarna un fantasma litoral. Una mujer que venera no sin espanto, como una fulguración órfica que lo lleva a cuestas en su travesía de aguas. Una mujer de rotaciones y traslaciones, hermética, poética, esdrujularia. Una mujer de sinrazón y de demencia compartida, de vértigo renacentista que lo contempla en el destripamiento huérfana y mayúscula como la estatua de La Piedad. -

De por qué el hombre de plata se hizo bibliotecario.

De por qué el hombre de plata se hizo bibliotecario.


La ouija sentenciò:
"Serás Caballero de la Mesa Redonda".
Entonces, el niño de cera de abejas
les pidió a los Reyes una espada
con incrustaciones de piedras preciosas
como las de verdad.
Años después fue maestro de escuela,
comía salteado
y regalaba a los alumnos ouijas
que recitaban de memoria:
"Serás Harry Potter".
Pero en lugar de buscar la magia
los chicos iban al cine
y compraban pochoclos
que ellos llamaban Pop corn.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Coplerío

La mamá del Alto Valle Serrano, inventa coplas para la Zuquita, su niña de azúcar cande.






Zuquita de los delirios
con babas de caracol,
paisanita de los cuentos,
almita de ruiseñor.


Niñita de azúcar cande,
velita de luz y sol,
encabritada en perfumes,
desperdigada en farol.


Zuquita, ven a mis brazos,
espabila tu candor,
que nunca asedien navajas
debajo de tu armazón.





La Zuquita aplaude gozosa, pero insiste en el silencio. No va a decepcionar a la mami diciendo que ella prefiere el tango, el blues y el Rock and Roll.

La alondra

Una canción que llegó desde lejos, a exaltar el azoramiento del hombre de plata:

LA ALONDRA.




Quiero ser una alondra
parida el día del arco iris,
yacer sobre un tigre
en la cuántica ciudad ahogada.

Demando la locura que instala
tu bífido surco añoso
súbitamente adulador,
en la raza de hombres imposibles,
y codicio
anclar sobre tu sombra descubierta,
desnuda de bitácoras.

Quiero ser, ya ves,
turquesa e inviolable,
mientras rizo tu boca con magnolias;
volver envuelta en música
y callando;
pronunciada o silente evocadora
de recuerdos vacíos de matices,
en cruces embriagadas.

Descanse mi garganta que taladra
los pasos de tu piel,
manto de espliego.
Calle la ciénaga.

Ya no oiré el murmullo de lechuzas.
Hoy caigo en la mitad de una pendiente,
fulminada de ardor,
suplementaria.

El paso

EL PASO



La mujer de agua,
arropada en su túnica de siete velos,
camina deslizándose.
Las cerraduras del espacio
se prosternan ante su vulnerable belleza
como libertos de la tribu,
como meretrices de poncho mojado.
Sagitario enjaeza con su arco a los discípulos,
y le abre paso.
Las nieves de las montañas enruladas
la presienten y destellan
del otro lado del globo.
La mujer de agua es pulpa de fruta,
el vino artesanal de la bodegas,
un tam-tam de lejano origen
que se cuela en las orquestas.
Ella es el permiso que se dan los poetas
y la condena de los indecisos.
Los campos de girasoles de la ruta
voltean la cabeza
y los pétalos se acomodan
en el cuadro del desdichado holandés
para verla pasar,
igual que a una libélula,
caballito del diablo que busca la lluvia
y encuentra al sol
por una casualidad honoraria y feliz.




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Mucho

Mucho...
no le alcanzan las palabras
es austero de expresión
no sabe decirlo de otra forma
cada vez que la encuentra
pero no la encuentra,
y la pierde entre sus papeles
cada vez que la espera
en su agujero parduzco
y se cansa de aguardar
lo inesperable
cada vez que lo sorprende
un poco de esotérica poesía...
cuando el hacedor de los tiempos
y las infamias despierta en su cama...


En este espíritu entrampado de las penas,
tumultuosos se empujan
los quemados pensamientos,
ante él,
y en silencio los recuerdos
desenrollan su largo cordón.
En tanto, con disgusto
su vida a ser intenta.
Se estremece y maldice,
se queja acerbamente
y vierte su llanto étnico,
que no se borrará
con estas tristes líneas.

Gramática del lebrel

GRAMÁTICA DEL LEBREL.



Sobre una obra de Gustavo Otero.




Gramáticas del lebrel.
La vacuidad inexistente del círculo.
Constelación de Osa Mayor y Boyero.
La ecuación bermeja del viento
en la danza
que disuelve las anáforas
en una playa sin mar.
La dalia que conturba las fábulas.
El camino de lo unitario y lo binario.
La intuición de las bandadas de aguaciles.
El loro que incita diálogos febriles y seráficos.
El himen de doncellas acuífugas,
de venas impermeables.
Lejos, una nave de mujer
oteando los yacimientos del hombre,
que asustado dibuja galgos en los lienzos,
que escapan de cuadros escarlatas
envueltos como ofrenda de los dioses.



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De compras

DE COMPRAS


Cuando la niña de azúcar cande iba de compras
traía lápices labiales
para su colección de muñecas Barbie,
hebillitas de colores brillantes
y postales de los sitios más exóticos.
La nórdica, la negra, la oriental y la ejecutiva
celebraban una fiesta alborozadas.
En los pasteles ponía silbatos y caramelos,
estrellas, despertadores de sueños,
trozos de chocolate nevado,
sapitos de juguete
y muchas claras de huevo
batidas a punto merengue.

La niña de azúcar cande nunca perdía la sonrisa.
Ni siquiera con los retos de su madre:
- Ayyy, niña de azúcar cande, futura mujer de agua:
Te has vuelto a olvidar el pan para la cena.






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El hombre de plata sale de pesca

El hombre de plata sale de pesca.
(Muelle, mosquita y recodo
sale a pescar)
Sentado bajo un palo buey
come ciruelas verdes como bellotas de encino.
Espera el pique.
Los aparejos son su única compañía.
La linterna del amanecer
va encendiéndose paulatina y fúlgida.
Lombriz y anzuelo.
Su caballería bruñida
fatiga un bote en la memoria,
y se confunde en la atmósfera flotante
que lo mece con minúsculas cábalas
de hombre solitario.
La naturaleza temprana
le regala un hermoso tigre de los ríos,
pero, le esquiva una mujer,
flora del paraíso,
con aterciopelado regazo de Carmenta,
ninfa romana, diosa de las aguas
con el don de profecías.
El hombre de plata
quiere embridar el fracaso
con manos viriles y seguras,
mas, trepida y tiembla.
Está retemblando
como el pez de los señuelos
que ensimismado
devuelve al río Paraná.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Suicidio

SUICIDIO.


Durante la tormenta, en el desdeñado gris del asfalto, condolencias innominadas, un duelo provocador. Universal cosecha de los empantanados.
Un fresno se incendió, partido por una centella. Su lastimadura, boquiabierta.
Huracanado el viento arremolina la tarde.
El hombre de plata se abraza al árbol hasta caer rendido a sus pies. Se deja ir.
El color ya no cabe en el lienzo del pintor de clorofilas ausente.
Se ahogan las raíces, arde en las pavesas el tronco, pero sigue vivo.
La calle del magma anega los umbrales.

En el cielo no hay cuervos.

Después de la borrasca, el sol resplandeciente encuentra al hombre entero, demandado de urgencias, resignado a hacer fieros tratos con el diablo del fuego.
Las gotas de su cuerpo, en cien formas de agua, se evaporaron en el incendio. Es otra ceremonia.
¿Cuántos ritos acepta la retina, sin caerse de espaldas?
Aquí yace su cuerpo. Aún respira el cadáver.
El hombre de la mirada más bella fue salvado.
Es un solitario que sigue laborioso, esperando que oscurezca, en la Biblioteca de Montes de Oca y Plaza Colombia.
Algunas canas platinan sus sienes. Ha cambiado de anteojos, porque avanza la presbicia. Ahora usa unos finos cristales con marco de carey, para no desentonar con sus colegas.
Dicen los que lo han visto de noche por los bares, que se embriaga y memora a una mujer, que nunca nadie le conoció.
Su hidrografía vital fue reemplazada con trasplantes y fusiones, convirtiéndose en un veneno letal y dulce, que lo llevará al momento de ensoñarse con la amada mujer de agua.
El vapor es humo en cada voluta de su cigarrillo, y ella, la aparecida del rostro que no admite rostros, él ángel de las elegías de Rilke, la infinita, lo acompaña con su brillo y lo espera para soltar amarras.

Sometime ago

SOMETIME AGO




Poemas de amor,
ciegas palabras.
Los besos prolongados.

(Mujer de agua,
todavía, tus labios)

La armonía que suena
"sometime ago" en la cabeza.
El mundo donde nadie
escapa a las ojeras,
como la enorme prosa
golpea la fábula
y vuelve hálito dócil
aquellas ganas
de los amantes desesperados
o empalidece las noches turbias
-aquellas noches de sentir humo
en el alma endeble-,
las tibias bocas, la compañía,
el colmillo blanco,
la fiera hirsuta
del día siguiente de la saliva.

Pequeños brazos,
hijos del mar,
en donde el rayo
clavó sus dientes.

La rosa y el jardinero (Los jardineros y las rosas no son para casarse)

LA ROSA Y EL JARDINERO.







El hombre de plata leyó el relato de Lucía, y sintió que él era el jardinero de la rosa, escurridiza como su mujer de agua.
Su mente no hacía más que asociar las ideas desmesuradamente, y aceleraba el hipo de su angustia.
Por su linfa perdida lloró al pie de los portales, amargas lágrimas de impotencia y melancolía.




¿Cuánto tiempo hace que no ves una rosa?
Una rosa natalicia,
sin la auténtica orfebrería de invernadero.
Una rosa en el rosal.
Rosa espinosa. Mariposa.
¡Vieras que distintas son las rosas en el rosal!
Se enfadan si se las lastima
con tijera de cortar rosas
y son capaces
de echarte una maldición
que te dejará atónito.
Las rosas son muy rencorosas,
como su nombre lo indica.
Se reservan al jardinero,
elegantemente,
él las acaricia y las huele
con devota humanidad.
El jardinero que vende sus rosas
de laboratorio,
brillantes y hermosas,
tiene también sus alhajas escondidas
en la planta del patio de atrás.
De súbito,
una flor de pétalos gastados,
entreabierto su cuerpo,
le entrega su decorosa virginidad.
El jardinero
movido por una extraña fuerza morbosa
la posee y penetra en su corola.
Sangre y rocío.
Rocío y rosa.
Luego, saca una navaja del bolsillo.
Asesina a su flor testigo-amante-testigo
dejando manar su savia
por esas venas botánicas
en el vívido tallo de noviembre.

Moraleja:
Nada es imposible, a estas alturas.
Si uno tiene sexo con una rosa,
debe usar condones nuevos y no llevar armas blancas
ni esperanzas filosas al jardín de su casa.


(Los jardineros y las rosas no son para casarse)







Sin embargo,el hombre de plata no se resignaría a un final que no fuera feliz, y le importaba un bledo que lo llamaran afeminado.
No mataría a la rosa.
La valentía masculina era vengar una guerra peor que la de la violencia de los poderosos y navegar por la libertad de elegir un destino de felicidad consensuada, sin censura previa.

















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Fe de erratas del libro:
Verso omitido por la edición de autor que debe estar incluido en el texto.

(Los jardineros y las rosas no son para casarse)


La palabra que debe leerse en esta introducción no ha de ser "violentamente" sino "desmesuradamente".

Amor futuro

AMOR FUTURO



¿Cómo describir la pasión
que nos sofocará,
que enredará nuestros muslos y nuestras ingles
sin fraudes ni vergüenzas?

Te amaré, amor.

¿Cuántos besos nos daremos?
¡cuántos besos?
Después del principio,
embriagados
seremos
el comienzo del final de la ruta.
Toleraremos la envidia
de los entusiastas jóvenes, diurnos,
distantes, esbeltos
que hacen como que aman.
Ellos, son incapaces
de decir: Soy tu esclavo.
Tu amante en cautiverio.
El matador de soledades.

Asesinaremos el tedio con mordiscos
del áspid venenoso.
Aspiraremos el humo de los autos
con algo de alevosía.
Llegaremos a ocupar
cada uno del otro,
mentes y delirios,
sin hacer ningún esfuerzo.
El cuerpo que nos habita
desvariado e insomne
dará permiso para el goce de los sentidos.
La piel tronará con cantos de juglares.
Tendremos sueños,
¡Tantos sueños!
Horas por recordar, miedo para compartir.
No hay nadie más en el mundo
que tú y yo,
Yo y vos,
nadie más.
Tuya y tuyo.
Nuestro.
Y nadie nada más:
Nosotros.
Llega el final.
No te conozco, aún, amante mía,
Amada mía.
Amorosísima mía.

Pero sé, que estás esperándome
a la vuelta de la esquina.
No hay más felicidad que el deseo de llegar.
El calor de los abrazos premeditados
aguarda el momento
de aparecer en nuestras camas.
Cometen perjurio
los escritores que inventan
novelas de amor,
invocando al desaire.

Hay un horizonte que no nos alcanzará.
Amor y odio.
Heridas que no cicatrizan,
ni siquiera,
antes de ser infligidas.
Delgada estría recta
que separa vida y muerte.

No.

Allí estarás, amor futuro.
Seré el único que
echará cerrojo a tu ataúd con flores,
mientras tanto
arrullarás
con tu edredón de agua,
de un modo interminable,
mi sarcófago dorado.
---

Teoría de la lluvia

TEORÍA DE LA LLUVIA.

                                                                  a Joaquín Gianuzzi



                                                                         No me quites tus alas de crisálida.


Tu ala es carpintero
que horada la madera virgen,
cataplasma que alivia dolores,
tabla de multiplicar
los panes y los peces
en un pequeño cofre
de ilusiones.

Tus alas son paraguas.
Teoría de la lluvia
con que me protejo
de los malos tiempos.

Tus alas son dos espejuelos,
tizones aprisionados;
desde ellos miro al mundo
y lo comprendo;
descubro luz, sonidos y colores
en su mágica garganta.

Tus alas siembran cada noche
semillas en el cielo,
estrellas desnudas,
postales de amor ingenuo.
Son el ojo de la cerradura incomparable
que abre al misterio su puerta
y me llevan a la luna,
dama nívea de fragosa risa,
satélite de mi felicidad
definitiva, concreta y vehemente,
cuando las presiento como si fuera
la primera vez.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Te amo




El arrullo de una canción.





Te amo.
Más allá del tiempo y del espacio: Te amo.

Si mis ojos se reflejasen en los tuyos cada momento
si mis manos anidaran en tus manos cada hora celestial
no podría amarte más.
Con este amor que viola toda imposibilidad de lo irreal
me zambullo en un universo desconocido
y me dejo llevar por su corriente
sin saber hacia donde va.
Pero va y vuelve, y vuelve a ir
y vuelve a volver para seguir yendo a ir
y a volver, en círculos hegelianos.
sin dialéctica.


Y sé, porque lo sé, que vos también me amas,
con la misma intensa condición onírica
y el mismo celo latino y acompasado,
me amas con un felicísimo contacto
que no necesita otros instrumentos para figurarse victorioso
que nuestro pensamiento sincrónico y pasional.
En cada palabra tuya,
en el gesto reverencial y respetuoso,
en los cálidos abrazos, en la sonrisa estoy contigo.
Nos llevamos puestos en la piel
igual que un tatuaje.


Como si fuéramos la manzana de Newton,
juntos descubrimos la leyes que rigen al amor eterno.
Espionaje de amor y manzana.
No un amor de colegiala fanática
ni un amor maduro de esposos-fruta resignados
a desquitar la soledad en pareja.
Es un grandísimo gravísimo amor gravedad-gravidez.
Nos amamos. Es innegable.


Sin remordimientos, sin explicaciones detalladas,
nos enfadamos y nos reconciliamos como amantes.
Es así cuando nos amamos.
Les será arduo a los científicos aceptar el lance.
Ellos quieren racionalizarlo todo.
Enamoramiento: función química.
Enamoramiento: pasajero del tren.
Y los poetas de noche llorarán porque
hemos vencido al desamor que los nutre y alimenta.
Enamoramiento: maldición china.
Aun cuando:
Enamoramiento: “Te quiero, amor, a sangre y fuego”
No hay excusas para el olvido y la defección.
Nunca-siempre y viceversa.

Entonces, te pregunto y me pregunto, amor:
¿cuándo, por fin, llegará el instante de conocernos
en carne abundante y tuétano roído?







-

La vengadora luminosa


LA VENGADORA LUMINOSA.



La mujer de agua recita su poema de amor ingrávido.
El hombre de plata lo atrapa en el aire
como una onda radial que viaja
y se queda dentro.
Ya no vive en soledad.
Una vengadora luminosa clama
ante su ausencia
y pide rescate.
Sonrojos pasionales (le) acometen.
Está conmovido por el hallazgo.
Se va instalando cada día
en su cuerpo
una felicidad misteriosa
y triste.
La felicidad de estar vivo
y poder sentirlo.
Y más triste.
No saber de dónde viene.

ÉL SUFRE

ÉL SUFRE 

Él sufre. 
Ella es su mudo fantasma. 
La oquedad de esa imagen 
es la herida de su cuerpo. 
Un deseo insatisfecho 
de Absoluto caprichoso. 

 Aquella no-identidad 
de la mujer de agua 
engendra su erotismo de animal blasfemo, 
deshace su impotencia 
en las redes del engaño. 

Busca 
un signo, 
una palabra menos oscura, 
una duda que despeje las dudas. 

Busca 
el mar afuera de la ficción. 
Busca 
el nacimiento indecible de la aurora, 
el camino de cenizas prohibido. 

 Él sufre, busca y espera.

Dos arqueros

DOS ARQUEROS.




Dos arqueros desvelados al amanecer.


Ella, abeja monástica
uncida por el rumor de los afluentes,
se envuelve en sábanas blancas
y se sienta a la vera de un remanso,
a imaginar, durante largas horas,
cartas que nunca escribirá.


Él, está cansado de contemplarla desde lejos.
-su entereza ya vuelta fragmento-.
Sueña despierto con una fugitiva
que huyó como si pisara el cielo
dejando una impasible huella en la memoria.


Si ambos fueran valientes
tendrían que reencontrarse en aquel país de astrolabios
y de milagros en los charcos.

La niña que fertilizaba mariposas

LA NIÑA QUE FERTILIZABA MARIPOSAS




Una mariposa de alas redondas
se posó en la carpa del patio
del niño de cera de abeja.
(ya no quedan carpas
ni mariposas en las ciudades)
Él la tomò con sus deditos,
le sacó una fotografía
para mejor estudiar su procedencia
y la echó a volar.

Acto siguiente, la mariposa
fue a parar al hombro
de la niña de azúcar cande
que dormitaba bajo un pino dorado.
Ella abrió sus inmensos ojos
por el roce,
se sonrió con picardìa
y la fertilizó para siempre.

LA AVARICIA DE LAS PALABRAS.

LA AVARICIA DE PALABRAS 

La avaricia de palabras no es para ellos. Las regalan. No persiguen derechos de autor. Saben que todos los himnos se escurrirán en la arena y quedará seca la llanura.

LA VIDA ES UN VASO VACÍO

LA VIDA ES UN VASO VACÍO.



A Roberto M. Cardenal.



La vida es un vaso vacío.
Es el agua sumida en el principio de todas las cosas.
Inextricable origen. Arruga de lejanías.

El nombre no existe más allá de su hálito.
Agua y hembra que engendra al hijo de la tierra.
Inocente peregrina, sin cauce,
se arrodilla ante la ola
cuando pasa, como una sombra herida y fugaz.

Minerva de las mil y una noches,
Hija del gigante caprino que intenta violarla.
Gota del rocío deslizándose sobre el ojo visor.
Hacha justiciera que trunca árbol para crear cuna.


Mujer manantial
de todos los hombres de plata,
habitantes del reino mineral,
que matarían al dios padre
por calmar tanta impaciencia
de breve sed.


Mujer de agua:
Cierra los ojos. Hasta luego.
Ya nos vamos a dormir.

viernes, 23 de noviembre de 2007

CENIT (El sueño de él)

CENIT 


(El sueño de él) 

No despertarás, todavía, 
hombre plateado por los astros. 
Tu verdad es la nube;
caminarás hipnotizado 
como un virginal efebo 
por los pasillos de Dios. 

 Las ciudades ya no existen. 
Tu mundo real se ha desmoronado. 
El miedo intestino 
alojado en riachuelos de sangre 
se ha de ir con las gaviotas. 
Tu cenit es la mirada amante 
de una incógnita mujer de agua. 

 La magia acecha los sueños 
 y vemos arder en su fuego 
 las guedejas carmesíes 
 que esperábamos desde la infancia. 

Prisma (El sueño de ella)

PRISMA.
(El sueño de ella)




PRISMA.


La mujer de agua huye de los calvarios
poseída por visiones
y se abruma en azogues de cristal
a lunarcitos.

Sueña.
Aparece flotando en las cuevas y acequias.

Es un prisma que rezuma
y sale como un gato garduño
de los vasos que la encierran.

En sus laberintos de seda
desaparecen estalactitas y carámbanos
y quedan reverberaciones oníricos
de color fluorescente.

Esencia de lucero,
burbuja, pandereta.
La mujer de agua rastrea
su esquilón de plata,
camarón de mares y ríos,
cantando saetas y liturgias.

La lúbrica mujer de agua,
quillay de la luna,
borda con su monótona voz
las lentejuelas del amor sublime.


















-

ENCUENTRO (BLUE BEAM)

ENCUENTRO



Hay un punto de azul en el encuentro.
Un holograma.
La belleza aguachenta y el espíritu cautivo
funden su delirio en obra maestra.
Aspirantes o aprendices de la perfección
miran la vacuidad
hasta el fondo del ojo preso
y saltan al vacío.
Dos faroleros en la oscura piscina
juegan a ser tótems de la Providencia,
actores de un teatro cerrado,
aviadores que se animan a cruzar la lágrima
en brazos de la percepción,
para escapar de la profunda sequía urbana.










-

INTEMPORAL

Intemporal

Pero si la mujer de agua es intemporal. 
No tiene edad ni cronologías. 
Es el beso de los huracanes, 
el ojo de las tormentas, 
el aire que perturba las galaxias. 
Las mujer de agua no madura como trigo 
porque es arándano verde 
para los caballeros 
que se olvidaron del ego 
y las vanidades, ocultas 
entre los tomates sequitos por el sol. -

HOMBRE SINTÉTICO

HOMBRE SINTÉTICO.


Rodando por los bares de la calle Defensa, la mujer de agua conoció al hombre sintético.
Él apenas presintió que se trataba de un error se sintió afortunado.
Al día siguiente la llevó a ver a un primo alquimista. La hizo solidificar con arte y la convirtió en mujer mediática. Como estaba algo excedida de peso, la anotó en un centro de recuperación contra la obesidad y la llevó al gimnasio tres veces por semana, le cambió el color de pelo y le compró ropa en la Bond Street. Luego, la exhibió orgullosamente a sus colegas médicos forenses.
Él estaba enamoradísimo, por eso, no pudo comprender la carta de despedida que la mujer de agua pegó con imán (una canastita de la abundancia) en la puerta de su heladera, tres semanas después:

-Te dejo. Sé feliz.

Su primer impulso fue llamar por teléfono a la oficina (le había conseguido un excelente empleo) para preguntarle. ¿Por qué?, ¿por qué?
La mujer de agua no estaba ni regresaría jamás por ese sitio, pero por el llanto angustiado del hombre sintético, que la despertó por la noche, comprendió que debía dar una explicación consoladora y personal.
Los hombres sintéticos no entienden de telepatía.
Consiguió comunicarse con el celular de su pretendiente, y le dijo casi sin respirar:

-Lo siento. No me gustaba tu ritmo circulatorio.

Las niñas de azúcar cande crecen y se vuelven descarriadamente sinceras y, muchas veces, lastiman a las personas sin querer.

ÉPICA

ÉPICA

Lejos de la épica 
asiste al hombre de plata 
en su exilio voluntario. 
Es el fantasma que grita en el vacío. 
Un cuerpo absoluto que llega del espacio. 
Una mujer celestial para después de la vida, 
para antes de la muerte. 
Arriesga sus blasones en la paradoja del placer 
por olvido de encarnaciones efímeras. 

 Cara a cara con el amo, 
no contaminada por lo vivo, 
tiene su estética propia 
una comunión particular con el goce. 

No hay trastiendas ni disimulos. 
Ella está ahí. 

LA ZUQUITA

LA ZUQUITA.

La “Zuquita” como la llaman cariñosa y artísticamente sus padres, se disfraza de salsera imitando a la negra Cruz o se pone un turbante a lo Carmen Miranda e inventa las canciones que se cantarán en calesitas, actos escolares y teatros infantiles.
Al final, saluda a su público con efusivas risas, reverencia a los asistentes de sus espectáculos y les regala besos autografiados con tinta indeleble.





Este será el hit del verano, rumbita compuesta por nuestra niña de azúcar cande.

Quiero ser una papa
recién cortada...
Para papá pa.

Quiero ser en tu boca
dulce bombón...
Borombombón.

Quiero tocar tu rumba
con la mirada...
Macumba,
soñada...

Quiero ser prisionera
en tu corazón...
Cosóngoro cosón...

Quiero bailar contigo
una lambada
Sonada.
Sonera.

Quiero ser la primera
en sellar tu cuello.
Muy bello.

Por ello:

Quiero ser una papa
Recién cortada...
Para papá pa.

Quiero ser la manteca
de tu sartén...
Ten fe... Fetén.

Y freírme en la cama
de tu cuartito...
Chiquito,
bonito...

Quiero ver en tus brazos
pasar el tren...
Uh uh uh

Pasar el tren...





Escuchar aquí la canción de La Zuquita

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Amor submarino

AMOR SUBMARINO.




Había una vez... dos buzos.
Había una vez... dos voces.
Había una vez... dos vasos.
Había una vez... dos besos.
Había una vez... abrazos.
Había una vez... abusos.
Había una vez... dos veces.
Había una vez... perdonen:
Hoy las musas están borrachas.








--

HOMBRE DE PLATA

HOMBRE DE PLATA. 

El hombre de plata 
la busca en las estrellas, 
en el arco iris. 
Publica avisos clasificados en la prensa; 
entra y sale de las hermandades; 
palpa el jardín perfumado 
con sus artes amatorias; 
parlotea con los cuervos; 
la busca, 
envía cartas, 
la inventa; 
va a los conciertos, 
la persigue cautelosamente. 
El hombre de plata la espera 
y la niega, con avidez. 
La codicia y la invoca. ¡

Ahhh, ¿donde estás, 
mujer de agua? 


No la encuentra. 
No la encuentra porque la busca 
con sus ojos y sus pestañas, 
con la ceja, la barbilla y el pelo lacio, 
con la nariz de fumador, 
con montura para las cabalgatas. 
La busca con sus dedos de uñas humanas 
y con la mordaza de empleado público 
de libros ordenados y escasos sueldos. 

 No la encuentra y llora cando la ve, 
 porque no sabe retenerla. 

INDICIO

Indicio


De manera tal, que hay un indicio. 

Espuma. 

Hielo que quema una canción de las Nereidas. 
Transparencia pagana de la estirpe 
de hijas de Fénix, 
que evangelizan a los Bárbaros. 

Hembra mitológica. 
Indescriptible hembra. 
Soberana de la tribu. 
Mínima. 

Sí. 
 Hay un indicio 
 en la espuma fecundada. 
 Una flecha.

Alba

ALBA


Ella no anda sola, lleva el amor consigo;
la luz de su plumaje arropa una ceguera
de barcaza perdida,
y la espuma atraviesa el canto adolorido,
extático y profundo,
que con negras pezuñas araña la ciudad.


El viento huele a ritos, a cardos, a naranjas
y caigo en los abismos como un oso polar,
su boca, miel y menta, secreta enredadera,
centella de los mares de un viejo capitán,
rescata otras historias
donde el alma no pierde el mundo
ante la greda.


Y habrá en labios azules:
"jamás" y nuevos "nunca"
de hogueras en el bosque,
con rostros de cuchillas,
de hangares y de pausas,
si el alba constelada
la vuelve a florecer.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Azafrán

AZAFRÁN.


Tiene la garganta seca y la mirada húmeda.
Sabe que esperar es una platillo mal cocido.
No siente sed aunque se muere de sed.
Ahonda por más. Va por todos.

Son sus lágrimas torrente espeso.
Mariposas entre las lilas.

Suave el silencio, no la cristaliza.
Rechaza los tragos de las tascas oscuras
y saborea las cucharaditas de almíbar
como en un alud de presencia elemental.
Ama.

La envidia tiene la pátina de palabras
de hembras de corcho.
Alcornoques ufanos y huequitos.
Ella es descomunal oquedad
y sin embargo,
fluye y permanece.

La mujer de agua va girando sobre los pantanos
y emerge casi sirena, etérea, abismal.
No conoce los pecados capitales.
Solo está orillando.

Planta dudas, como remolachas,
que alientan los tributos a la deidad
y de eso se trata su vida.

Nunca se soñó una “Water woman”,
Superhéroe aguatera de los cuentos.
Quiere ser lo que es purísima “Watered woman”,
acuosa y transparente;
resbaladiza, sensitiva,
angelada,imprescindible
aliada en plata.

La llevan a barlovento
las hebras de azafrán
sin teñirla de amarillo.

Ella insiste y huele a poesía
recién cultivada del suelo.

HISTORIA DEL AGUA PLATEADA.

Historia del agua plateada 


Todos los hombres están enamorados de una mujer de agua. Muchos, ni siquiera lo sospechan. Ella se enamora de alguno, cada tanto, y entonces, llueve rocío. 
Una mañana de agosto, la mujer de agua subió a un colectivo, con destino a Congreso. 
El vapor del frío empañaba las ventanillas. A esa hora, viajaba solo, un hombre de plata. Pura plata 900. Exquisito metal argentino, para él que no tenía nacionalidad posible y era hermoso. 
Dos señores mayores y una estudiante ocupaban las primeras butacas disponibles y no la vieron ascender. El caballero de plata iba sentadito en la última fila, con la vista fija en un libro. 
La mujer de agua se colmó de gozo al encontrarlo.Se acercó a él, le quitó los anteojos y depositó la novela que el hombre leía con avidez, a un costado del asiento. Se sentó sobre sus rodillas, en femenina posición de jinete, sin poder tolerar un minuto más de ansiedad, comenzó a besar los carnosos labios incógnitos. 
El hombre de plata, con los brazos duros pegados al cuerpo no supo reaccionar. Ella le metió su lengua salada como de brisa marina y recorrió los dientes y el paladar sensualmente, hamacándose del enigmático cuello. Los ojos del elegido eran espejos a punto de estallar. La dama de agua, secaba el sudor de la piel deseada con su túnica de gasa transparente. 
Encendido, él vio acercarse al más alto de los pasajeros hacia la puerta trasera y empezó a toser y toser. Tanto tosió que tiró a la mujer de agua, regada por la cálida saliva amada, al piso del ómnibus. 
La dama de agua comprendió que se había equivocado de momento, pero no de hombre, y aprovechó la parada para desaparecer en un soplo. 
Un rato después, el señor Martín Fuentes de La Vega, llamó a la Biblioteca del Colegio Religioso de Barracas, donde trabajaba, para pedir una licencia médica. 
Estaba ligeramente indispuesto por los sucesos repentinos y el sinuoso vaivén de las horas desbrozadas.

LOGIAS Y BUITRONES

LOGIAS Y BUITRONES


Las logias bochornosas 
de los Señores de la carne picada 
y los buitrones cadavéricos 
abominan de la mujer de agua 
y abjuran de sus demonios. 
Prefieren mantener el mito 
de las tangibles cortesanas 
que se desnudan 
para dar de comer a sus hijos. 
Como si el hombre de plata 
ignorara que esos hijos adulterinos 
de las entrañas de sardinas licenciosas, 
serán mañana los militares coronados al mando, 
que defenderán las espurias posesiones 
con su nombre contaminado 
y alcanzarán el poder 
con el espanto de la sangre triturada 
por las espadas que desenvainen.

BEDUINOS

BEDUINOS


A los beduinos, nómades del desierto, y a los hombres de argento no les demos la mujer invisible, describámosla, para que aprendan a descubrirla debajo de las arenillas doradas por la sed.

SOLEDADES

SOLEDADES 


 Una red insoluble, inexplicable y abstrusa, singular refugio del viajero enmascarado detrás de su herradura de oro, lo acomete. Tiznado vendaval de hojarascas embiste su corazón de plata. El graznido del cuervo de Poe se convierte en gladiador, héroe del viento, Nevermore del nunca más. Emblemas periféricos de las Fleurs du mal, en la cítara del mensajero, irrumpen en la memoria. Broquel y arma blanca de una esdrújula trigonometría que estudia los ángulos de formas llanas, agudas, graves y obtusas, como su mente obtusa, grave e iniciática, desde una selva de máscaras derruidas por el fermento de su completa angustia solitaria.

Romántico fortissimo

Romántico fortissimo.


Desnudas las ambiciones,
el piano se vuelve centro
inseparable,
como si el clavicémbalo de Mozart
tocara nuestras memorias
y exhortara al incendio.

Una mujer del siglo XXI
(en angélica custodia)
y el héroe de todas las conquistas
del devenir están juntos.

Suena el romántico fortíssimo.

Indisoluble este amor converge
en las calles de París,
-ohlalá, Paris-
patrimonio del mundo
que viste de rojo y negro
su apasionada lujuria.
Liszt tenía veinte años
y el teclado de Chopin
negaba la barroca hipocresía
de Montescos y Capuletos.

La Sinfonía fantástica

que es la creación milagrosa de la vida,
está sonando.

Vasos comunicantes.

Dos viajeros del tiempo
han amanecido en esa grieta
redentora de belleza
y morirán anudados
como mueren los desterrados,
por propia elección,
escapando de teléfonos celulares,
de la bolsa de Nueva York
y de fiestas de disfraces paganas
que ofenden a la procacidad
con su cinismo.

Dos amantes abducidos
por la misma vital fibra
crucifican su honor brindando
con la cursilería de los enamorados
en un campus de margaritas del edén.

CHAPARRÓN

CHAPARRÓN

Chaparrón trémulo. 
La lengua pica repetidamente 
la hondura melancólica 
de un puesto de violetas púrpuras 
barrenando Tribunales. 

 Desparecido jazz del mediodía 
en la mesa del Café de la Paz 
"que las cerezas están maduras eso lo sé..." 
Época hoy de sepultar flores alucinatorias 
y regoger frutos descorazonados. 

Crujiente frontera de la nada, 
la Poesía es, tal vez, un horizonte. 

Chaparrón trémulo: 
Deliberada renuncia 
al sosiego de entregarse 
al olvido victorioso 
de una niebla casual.

LOS COLORES

Los colores 

  “los colores se acurrucan temblando en las entrañas de las cosas” Jorge L. Borges. 


Cada semana 
los colores se acurrucan temblando en las entrañas de las cosas. 


La mujer de agua los libera de su exótica posesión. 
Los colores se persignan 
y combaten en la retaguardia. 
Aprietan sus modestas alternativas, 
resisten y sucumben al paso del tiempo, 
al frío, al calor, 
gobiernan los sueños, sin excusas, 
habitan la tierra y las olas, 
el cielo y la ultratumba; 
nacen desde la música, 
meriendan con un sol imaginado 
y tratan de escapar. 

 Rendidos, se dejan ir. 
 Y cierran nuestros párpados 
 con inexorable puntualidad inglesa.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Los lecheritos

Tìtulo y canción de la mamá del Alto Valle Serrano a su niña de azúcar cande.




Maìz en pepitas de oro,
vino en ayunas,
mandioca del suburbio,
baños de espuma.

Silbados por los vientos
van los amantes,
quesito blanco llevan
entre los guantes.

Parejita con boina
viene tirando
del carro del lechero,
no sé hasta cuando.

Me dijeron sus nombres,
no los recuerdo,
la vida es cara sucia
donde me pierdo.

Anoche se besaban,
hoy no se besan,
trabaja él fiel la tierra
mientras le reza.

Hilvana ella bocados,
vende tristezas,
caminante apurado
de las malezas.

Arcángel de ninguna
será la senda
de regreso a la cuna
en la merienda.

Me dijeron sus nombres,
no los recuerdo,
la vida es cara sucia
donde me pierdo.

martes, 6 de noviembre de 2007

Niña de azúcar cande.

Niña de azúcar cande.



La mujer de agua antes de ser sílfide fue niña de azúcar cande (cristalizada y dulce).


Supo jugar con cañitas voladoras y vandálicos soldados de plomo que conseguía con modosas estrategias infantiles. Perseguía cardenales con red y los instalaba en pompas de jabón, para escándalo de madres solteras y sacerdotes del tarot.


Las niñas de azúcar cande se derriten bien fácil, como las celdas de los prodigiosos pájaros que atrapan.

Intentando una definición

Intentando una definición.




La mujer de agua es solo contenido,
no tiene continente
ni islas ni lechos de océanos submarinos.

La mujer de agua no es agua.

Es mujer presente y poderosa.
Ni pulpo ni estatua,
ni algas ni laguna
ni lava de volcanes.

Es pasado indefinido, remoto,
sin querer ser nenúfar ni duende.
Moja y se acomoda a los perfiles del viento,
desencarcela olores,
interviene en la pintura del mundo,
hace eco de la voz, en los oídos.

Es amorfa e incorporal,
vitamínica pero nunca imaginaria.
Existe en la mente de su creador.
Se aleja del humo y de las carestías.
Lleva el futuro ondeando a su paso,
bailando en las tinieblas
y espera una señal.

Caliente

Caliente.





La mujer de agua es líquida y caliente.
Caliente como un verano a la intemperie,
como un mate recién cebado;
caliente como un arcón que se abandona;
caliente como un cristal de sol caliente,
como el sudor de la piel de los apasionados,
como la pluma de los poetas sin tinteros;
caliente como el relámpago que agoniza,
como el tacto del canónigo
de excepcional belleza;
caliente como el que mira desde el féretro;
caliente como un instrumento
después del concierto concebido,
como la pipa de un indio
despojado de su libertad;
caliente como el alma hirviente
donde la voz se escurre muda
hacia el final de los estanques.

La mujer de agua

La mujer de agua


¿Qué otra felicidad tu violencia pretende?

Louis Aragon.







El cielo espesa la calma.
Violentos ronroneos de gatos salvajes
cesan y murmuran.


La mujer de agua cruza la aurora.
En su pupila resplandece
todo el oro del mundo.
Un rayo atesorado en el pelo
derrite lentamente su lágrima crepuscular,
acorralada en cuerpo.


La mujer de agua
arranca las violetas del pozo
de la sombra.

Tarde

Tarde 

 ¿Estaba mi Lucía 
 con los pies en el arroyo? 
 

Tres álamos inmensos 
 y una estrella. 
El silencio mordido 
por las ranas, semeja 
una gasa pintada 
con lunaritos verdes. 
En el río, 
un árbol seco, 
ha florecido en círculos 
concéntricos. 
Y he soñado sobre las aguas 
a la morenita de Granada. 


  Federico García Lorca.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Réquiem

RÉQUIEM.
Inspirado en la obra homónima de Mozart.



Para Angelita.



Espíritu de ángel:
yace en lo oscuro
tu boca de pared atormentada.
Tu brazo entre las fauces del infierno,
tu miedo implorante y desgraciado.
No grites,
que el silencio no es la tumba;
regala la impiadosa verdad
de tu garganta
y desprecia estas tierras amarillas
con inocencia de recién llegado.
Vivirás hasta la próxima frontera
entre la arena,
que no muere el alma en los límites
cuando de este lado
alguien te nombra,
alguien te ama.
Tu ida es el principio de otro viaje
y mientras quedo aquí,
desguarnecida,
seguirá lloviendo en la trinchera
el fuego de otra guerra,
siega inútil.
La lengua de los hombres
no nos habla
si el paso no te abarca en la partida;
y son música el réquiem y los salmos
que en tu carne impaciente
hoy se instalan.
Se cierran otros ojos con los tuyos
y las aves donde van llevan mis lágrimas.

INTRODUCCIÓN

Introducción.






Cuando leemos un libro de poemas, escuchamos, más allá del estilo escogido, la voz del poeta. Si queremos leer una trama apelamos al cuento o la novela y si lo que buscamos es ficción, recurrimos a los diarios.
En el difuso mundo de la escritura, los límites son los que impone el autor, por lo tanto, en este Acuario Plateado por la Luna, he optado por quitarlos.
Las palabras de los personajes, con la música que les es propia, vendrán antes que las mías, sin olvidar que se trata de un libro alegóricamente autobiográfico.
Sin embargo, la mujer de agua (antes de ser sílfide fue niña de azúcar cande) no soy yo. Aclarado este punto debo advertir, como es lógico, que todos los personajes (el hombre de plata, la Zuquita, su madre del Alto Valle Serrano, el niño de cera de abejas, el hombre sintético, la mujer mediática, etc) son yo misma. Hablan de mí, por un principio que nada tiene que ver con el egocentrismo, sino porque hablar sobre uno es la mejor manera de hablar del Otro y reflejar el mundo que nos rodea.
No debe asustar al lector de los relatos el orden; a poco que se avance se comprenderá el resabido concepto de que el tiempo que vivimos y sospechamos lineal, no lo es.
El libro tiene un final posible y uno improbable.
¿Puede producirse un encuentro amoroso, real y físico, entre una mujer espiritual y el discreto bibliotecario de Barracas que la espera cada noche?
La respuesta se encontrará recorriendo las páginas que no vienen a develar el enigma sino a plantearlo y lo resuelven, caprichosamente, en cada unidad poética.
A diferencia de mi primer libro Retablo de duelos, donde por efecto del vaivén que requiere toda cosmogonía, se hace imperioso leer los poemas correlativamente, de atrás hacia adelante o viceversa, aquí esto no es estrictamente necesario para entrar en el sistema visual de esta obra, que entrego a la editorial con más temor que la primera, que fue mi tabla de náufrago en la tormenta.
Ella me está mirando con cierto recelo y con una mueca de disgusto, porque sabe que no será la última vez que hable de cosas inconvenientes para una dama que está mayorcita.
L.A.F.

ACUARIO PLATEADO POR LA LUNA

Transcripción del libro de Poesía editado por Digital & Paper 2006®

ISBN 987- 05- 1093-0 
ISBN  13  - 978- 987-05-1093- 2