martes, 6 de noviembre de 2007

Caliente

Caliente.





La mujer de agua es líquida y caliente.
Caliente como un verano a la intemperie,
como un mate recién cebado;
caliente como un arcón que se abandona;
caliente como un cristal de sol caliente,
como el sudor de la piel de los apasionados,
como la pluma de los poetas sin tinteros;
caliente como el relámpago que agoniza,
como el tacto del canónigo
de excepcional belleza;
caliente como el que mira desde el féretro;
caliente como un instrumento
después del concierto concebido,
como la pipa de un indio
despojado de su libertad;
caliente como el alma hirviente
donde la voz se escurre muda
hacia el final de los estanques.

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