sábado, 17 de noviembre de 2007

Azafrán

AZAFRÁN.


Tiene la garganta seca y la mirada húmeda.
Sabe que esperar es una platillo mal cocido.
No siente sed aunque se muere de sed.
Ahonda por más. Va por todos.

Son sus lágrimas torrente espeso.
Mariposas entre las lilas.

Suave el silencio, no la cristaliza.
Rechaza los tragos de las tascas oscuras
y saborea las cucharaditas de almíbar
como en un alud de presencia elemental.
Ama.

La envidia tiene la pátina de palabras
de hembras de corcho.
Alcornoques ufanos y huequitos.
Ella es descomunal oquedad
y sin embargo,
fluye y permanece.

La mujer de agua va girando sobre los pantanos
y emerge casi sirena, etérea, abismal.
No conoce los pecados capitales.
Solo está orillando.

Planta dudas, como remolachas,
que alientan los tributos a la deidad
y de eso se trata su vida.

Nunca se soñó una “Water woman”,
Superhéroe aguatera de los cuentos.
Quiere ser lo que es purísima “Watered woman”,
acuosa y transparente;
resbaladiza, sensitiva,
angelada,imprescindible
aliada en plata.

La llevan a barlovento
las hebras de azafrán
sin teñirla de amarillo.

Ella insiste y huele a poesía
recién cultivada del suelo.

HISTORIA DEL AGUA PLATEADA.

Historia del agua plateada 


Todos los hombres están enamorados de una mujer de agua. Muchos, ni siquiera lo sospechan. Ella se enamora de alguno, cada tanto, y entonces, llueve rocío. 
Una mañana de agosto, la mujer de agua subió a un colectivo, con destino a Congreso. 
El vapor del frío empañaba las ventanillas. A esa hora, viajaba solo, un hombre de plata. Pura plata 900. Exquisito metal argentino, para él que no tenía nacionalidad posible y era hermoso. 
Dos señores mayores y una estudiante ocupaban las primeras butacas disponibles y no la vieron ascender. El caballero de plata iba sentadito en la última fila, con la vista fija en un libro. 
La mujer de agua se colmó de gozo al encontrarlo.Se acercó a él, le quitó los anteojos y depositó la novela que el hombre leía con avidez, a un costado del asiento. Se sentó sobre sus rodillas, en femenina posición de jinete, sin poder tolerar un minuto más de ansiedad, comenzó a besar los carnosos labios incógnitos. 
El hombre de plata, con los brazos duros pegados al cuerpo no supo reaccionar. Ella le metió su lengua salada como de brisa marina y recorrió los dientes y el paladar sensualmente, hamacándose del enigmático cuello. Los ojos del elegido eran espejos a punto de estallar. La dama de agua, secaba el sudor de la piel deseada con su túnica de gasa transparente. 
Encendido, él vio acercarse al más alto de los pasajeros hacia la puerta trasera y empezó a toser y toser. Tanto tosió que tiró a la mujer de agua, regada por la cálida saliva amada, al piso del ómnibus. 
La dama de agua comprendió que se había equivocado de momento, pero no de hombre, y aprovechó la parada para desaparecer en un soplo. 
Un rato después, el señor Martín Fuentes de La Vega, llamó a la Biblioteca del Colegio Religioso de Barracas, donde trabajaba, para pedir una licencia médica. 
Estaba ligeramente indispuesto por los sucesos repentinos y el sinuoso vaivén de las horas desbrozadas.

LOGIAS Y BUITRONES

LOGIAS Y BUITRONES


Las logias bochornosas 
de los Señores de la carne picada 
y los buitrones cadavéricos 
abominan de la mujer de agua 
y abjuran de sus demonios. 
Prefieren mantener el mito 
de las tangibles cortesanas 
que se desnudan 
para dar de comer a sus hijos. 
Como si el hombre de plata 
ignorara que esos hijos adulterinos 
de las entrañas de sardinas licenciosas, 
serán mañana los militares coronados al mando, 
que defenderán las espurias posesiones 
con su nombre contaminado 
y alcanzarán el poder 
con el espanto de la sangre triturada 
por las espadas que desenvainen.

BEDUINOS

BEDUINOS


A los beduinos, nómades del desierto, y a los hombres de argento no les demos la mujer invisible, describámosla, para que aprendan a descubrirla debajo de las arenillas doradas por la sed.

SOLEDADES

SOLEDADES 


 Una red insoluble, inexplicable y abstrusa, singular refugio del viajero enmascarado detrás de su herradura de oro, lo acomete. Tiznado vendaval de hojarascas embiste su corazón de plata. El graznido del cuervo de Poe se convierte en gladiador, héroe del viento, Nevermore del nunca más. Emblemas periféricos de las Fleurs du mal, en la cítara del mensajero, irrumpen en la memoria. Broquel y arma blanca de una esdrújula trigonometría que estudia los ángulos de formas llanas, agudas, graves y obtusas, como su mente obtusa, grave e iniciática, desde una selva de máscaras derruidas por el fermento de su completa angustia solitaria.

Romántico fortissimo

Romántico fortissimo.


Desnudas las ambiciones,
el piano se vuelve centro
inseparable,
como si el clavicémbalo de Mozart
tocara nuestras memorias
y exhortara al incendio.

Una mujer del siglo XXI
(en angélica custodia)
y el héroe de todas las conquistas
del devenir están juntos.

Suena el romántico fortíssimo.

Indisoluble este amor converge
en las calles de París,
-ohlalá, Paris-
patrimonio del mundo
que viste de rojo y negro
su apasionada lujuria.
Liszt tenía veinte años
y el teclado de Chopin
negaba la barroca hipocresía
de Montescos y Capuletos.

La Sinfonía fantástica

que es la creación milagrosa de la vida,
está sonando.

Vasos comunicantes.

Dos viajeros del tiempo
han amanecido en esa grieta
redentora de belleza
y morirán anudados
como mueren los desterrados,
por propia elección,
escapando de teléfonos celulares,
de la bolsa de Nueva York
y de fiestas de disfraces paganas
que ofenden a la procacidad
con su cinismo.

Dos amantes abducidos
por la misma vital fibra
crucifican su honor brindando
con la cursilería de los enamorados
en un campus de margaritas del edén.

CHAPARRÓN

CHAPARRÓN

Chaparrón trémulo. 
La lengua pica repetidamente 
la hondura melancólica 
de un puesto de violetas púrpuras 
barrenando Tribunales. 

 Desparecido jazz del mediodía 
en la mesa del Café de la Paz 
"que las cerezas están maduras eso lo sé..." 
Época hoy de sepultar flores alucinatorias 
y regoger frutos descorazonados. 

Crujiente frontera de la nada, 
la Poesía es, tal vez, un horizonte. 

Chaparrón trémulo: 
Deliberada renuncia 
al sosiego de entregarse 
al olvido victorioso 
de una niebla casual.

LOS COLORES

Los colores 

  “los colores se acurrucan temblando en las entrañas de las cosas” Jorge L. Borges. 


Cada semana 
los colores se acurrucan temblando en las entrañas de las cosas. 


La mujer de agua los libera de su exótica posesión. 
Los colores se persignan 
y combaten en la retaguardia. 
Aprietan sus modestas alternativas, 
resisten y sucumben al paso del tiempo, 
al frío, al calor, 
gobiernan los sueños, sin excusas, 
habitan la tierra y las olas, 
el cielo y la ultratumba; 
nacen desde la música, 
meriendan con un sol imaginado 
y tratan de escapar. 

 Rendidos, se dejan ir. 
 Y cierran nuestros párpados 
 con inexorable puntualidad inglesa.