miércoles, 28 de noviembre de 2007

Te amo




El arrullo de una canción.





Te amo.
Más allá del tiempo y del espacio: Te amo.

Si mis ojos se reflejasen en los tuyos cada momento
si mis manos anidaran en tus manos cada hora celestial
no podría amarte más.
Con este amor que viola toda imposibilidad de lo irreal
me zambullo en un universo desconocido
y me dejo llevar por su corriente
sin saber hacia donde va.
Pero va y vuelve, y vuelve a ir
y vuelve a volver para seguir yendo a ir
y a volver, en círculos hegelianos.
sin dialéctica.


Y sé, porque lo sé, que vos también me amas,
con la misma intensa condición onírica
y el mismo celo latino y acompasado,
me amas con un felicísimo contacto
que no necesita otros instrumentos para figurarse victorioso
que nuestro pensamiento sincrónico y pasional.
En cada palabra tuya,
en el gesto reverencial y respetuoso,
en los cálidos abrazos, en la sonrisa estoy contigo.
Nos llevamos puestos en la piel
igual que un tatuaje.


Como si fuéramos la manzana de Newton,
juntos descubrimos la leyes que rigen al amor eterno.
Espionaje de amor y manzana.
No un amor de colegiala fanática
ni un amor maduro de esposos-fruta resignados
a desquitar la soledad en pareja.
Es un grandísimo gravísimo amor gravedad-gravidez.
Nos amamos. Es innegable.


Sin remordimientos, sin explicaciones detalladas,
nos enfadamos y nos reconciliamos como amantes.
Es así cuando nos amamos.
Les será arduo a los científicos aceptar el lance.
Ellos quieren racionalizarlo todo.
Enamoramiento: función química.
Enamoramiento: pasajero del tren.
Y los poetas de noche llorarán porque
hemos vencido al desamor que los nutre y alimenta.
Enamoramiento: maldición china.
Aun cuando:
Enamoramiento: “Te quiero, amor, a sangre y fuego”
No hay excusas para el olvido y la defección.
Nunca-siempre y viceversa.

Entonces, te pregunto y me pregunto, amor:
¿cuándo, por fin, llegará el instante de conocernos
en carne abundante y tuétano roído?







-

La vengadora luminosa


LA VENGADORA LUMINOSA.



La mujer de agua recita su poema de amor ingrávido.
El hombre de plata lo atrapa en el aire
como una onda radial que viaja
y se queda dentro.
Ya no vive en soledad.
Una vengadora luminosa clama
ante su ausencia
y pide rescate.
Sonrojos pasionales (le) acometen.
Está conmovido por el hallazgo.
Se va instalando cada día
en su cuerpo
una felicidad misteriosa
y triste.
La felicidad de estar vivo
y poder sentirlo.
Y más triste.
No saber de dónde viene.

ÉL SUFRE

ÉL SUFRE 

Él sufre. 
Ella es su mudo fantasma. 
La oquedad de esa imagen 
es la herida de su cuerpo. 
Un deseo insatisfecho 
de Absoluto caprichoso. 

 Aquella no-identidad 
de la mujer de agua 
engendra su erotismo de animal blasfemo, 
deshace su impotencia 
en las redes del engaño. 

Busca 
un signo, 
una palabra menos oscura, 
una duda que despeje las dudas. 

Busca 
el mar afuera de la ficción. 
Busca 
el nacimiento indecible de la aurora, 
el camino de cenizas prohibido. 

 Él sufre, busca y espera.

Dos arqueros

DOS ARQUEROS.




Dos arqueros desvelados al amanecer.


Ella, abeja monástica
uncida por el rumor de los afluentes,
se envuelve en sábanas blancas
y se sienta a la vera de un remanso,
a imaginar, durante largas horas,
cartas que nunca escribirá.


Él, está cansado de contemplarla desde lejos.
-su entereza ya vuelta fragmento-.
Sueña despierto con una fugitiva
que huyó como si pisara el cielo
dejando una impasible huella en la memoria.


Si ambos fueran valientes
tendrían que reencontrarse en aquel país de astrolabios
y de milagros en los charcos.

La niña que fertilizaba mariposas

LA NIÑA QUE FERTILIZABA MARIPOSAS




Una mariposa de alas redondas
se posó en la carpa del patio
del niño de cera de abeja.
(ya no quedan carpas
ni mariposas en las ciudades)
Él la tomò con sus deditos,
le sacó una fotografía
para mejor estudiar su procedencia
y la echó a volar.

Acto siguiente, la mariposa
fue a parar al hombro
de la niña de azúcar cande
que dormitaba bajo un pino dorado.
Ella abrió sus inmensos ojos
por el roce,
se sonrió con picardìa
y la fertilizó para siempre.

LA AVARICIA DE LAS PALABRAS.

LA AVARICIA DE PALABRAS 

La avaricia de palabras no es para ellos. Las regalan. No persiguen derechos de autor. Saben que todos los himnos se escurrirán en la arena y quedará seca la llanura.

LA VIDA ES UN VASO VACÍO

LA VIDA ES UN VASO VACÍO.



A Roberto M. Cardenal.



La vida es un vaso vacío.
Es el agua sumida en el principio de todas las cosas.
Inextricable origen. Arruga de lejanías.

El nombre no existe más allá de su hálito.
Agua y hembra que engendra al hijo de la tierra.
Inocente peregrina, sin cauce,
se arrodilla ante la ola
cuando pasa, como una sombra herida y fugaz.

Minerva de las mil y una noches,
Hija del gigante caprino que intenta violarla.
Gota del rocío deslizándose sobre el ojo visor.
Hacha justiciera que trunca árbol para crear cuna.


Mujer manantial
de todos los hombres de plata,
habitantes del reino mineral,
que matarían al dios padre
por calmar tanta impaciencia
de breve sed.


Mujer de agua:
Cierra los ojos. Hasta luego.
Ya nos vamos a dormir.