jueves, 13 de diciembre de 2007

Niño de cera de abejas



A Marguerite Yourcenar.



El niño de cera de abejas empieza a adolecer germinando encrucijadas.
Tan joven él, y mientras lee "Memorias de Adriano" escoge fragmentos textuales
que serán collar de perlas de arcilla de su futuro poema.


Ahora intentará descifrar su recóndito significado premonitorio.


"Emplázame a tu gruta
a golpes de zapa
y fastos reales.
En el frotar de juncos
el amor lanzó su pica
y sus dos jabalinas
color de destierro, miel y sol.
El peso del toro agonizante
cazador en peligro
improvisóse una especie de festín.
La sabida estratagema
de la seducción
lo simplificaba todo.
El cadáver fue quemado
a orillas del mar.
Conocía el nombre de mis actores.
El pulso de la tierra
volvía a latir.
Nos sentíamos envueltos
a este mundo heroico
donde los amantes mueren
alternando su alegría
el uno por el otro
como las estrofas de una oda
inquietante y sinuosa.
Pero, ninguna caricia llega hasta el alma.

Ocho días después
los vendedores de sandías
anunciaban su mercancía
en la calle.
La luz del crepúsculo
caía rápidamente
envuelta por el lodo del río.

Todas las metáforas
recobran su sentido,
su santuario renovado.
Amor, el más sabio de los dioses
era el cielo de bronce
de los poemas de Homero,
sin estaciones y sin fin."








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