miércoles, 28 de noviembre de 2007

Te amo




El arrullo de una canción.





Te amo.
Más allá del tiempo y del espacio: Te amo.

Si mis ojos se reflejasen en los tuyos cada momento
si mis manos anidaran en tus manos cada hora celestial
no podría amarte más.
Con este amor que viola toda imposibilidad de lo irreal
me zambullo en un universo desconocido
y me dejo llevar por su corriente
sin saber hacia donde va.
Pero va y vuelve, y vuelve a ir
y vuelve a volver para seguir yendo a ir
y a volver, en círculos hegelianos.
sin dialéctica.


Y sé, porque lo sé, que vos también me amas,
con la misma intensa condición onírica
y el mismo celo latino y acompasado,
me amas con un felicísimo contacto
que no necesita otros instrumentos para figurarse victorioso
que nuestro pensamiento sincrónico y pasional.
En cada palabra tuya,
en el gesto reverencial y respetuoso,
en los cálidos abrazos, en la sonrisa estoy contigo.
Nos llevamos puestos en la piel
igual que un tatuaje.


Como si fuéramos la manzana de Newton,
juntos descubrimos la leyes que rigen al amor eterno.
Espionaje de amor y manzana.
No un amor de colegiala fanática
ni un amor maduro de esposos-fruta resignados
a desquitar la soledad en pareja.
Es un grandísimo gravísimo amor gravedad-gravidez.
Nos amamos. Es innegable.


Sin remordimientos, sin explicaciones detalladas,
nos enfadamos y nos reconciliamos como amantes.
Es así cuando nos amamos.
Les será arduo a los científicos aceptar el lance.
Ellos quieren racionalizarlo todo.
Enamoramiento: función química.
Enamoramiento: pasajero del tren.
Y los poetas de noche llorarán porque
hemos vencido al desamor que los nutre y alimenta.
Enamoramiento: maldición china.
Aun cuando:
Enamoramiento: “Te quiero, amor, a sangre y fuego”
No hay excusas para el olvido y la defección.
Nunca-siempre y viceversa.

Entonces, te pregunto y me pregunto, amor:
¿cuándo, por fin, llegará el instante de conocernos
en carne abundante y tuétano roído?







-

La vengadora luminosa


LA VENGADORA LUMINOSA.



La mujer de agua recita su poema de amor ingrávido.
El hombre de plata lo atrapa en el aire
como una onda radial que viaja
y se queda dentro.
Ya no vive en soledad.
Una vengadora luminosa clama
ante su ausencia
y pide rescate.
Sonrojos pasionales (le) acometen.
Está conmovido por el hallazgo.
Se va instalando cada día
en su cuerpo
una felicidad misteriosa
y triste.
La felicidad de estar vivo
y poder sentirlo.
Y más triste.
No saber de dónde viene.

ÉL SUFRE

ÉL SUFRE 

Él sufre. 
Ella es su mudo fantasma. 
La oquedad de esa imagen 
es la herida de su cuerpo. 
Un deseo insatisfecho 
de Absoluto caprichoso. 

 Aquella no-identidad 
de la mujer de agua 
engendra su erotismo de animal blasfemo, 
deshace su impotencia 
en las redes del engaño. 

Busca 
un signo, 
una palabra menos oscura, 
una duda que despeje las dudas. 

Busca 
el mar afuera de la ficción. 
Busca 
el nacimiento indecible de la aurora, 
el camino de cenizas prohibido. 

 Él sufre, busca y espera.

Dos arqueros

DOS ARQUEROS.




Dos arqueros desvelados al amanecer.


Ella, abeja monástica
uncida por el rumor de los afluentes,
se envuelve en sábanas blancas
y se sienta a la vera de un remanso,
a imaginar, durante largas horas,
cartas que nunca escribirá.


Él, está cansado de contemplarla desde lejos.
-su entereza ya vuelta fragmento-.
Sueña despierto con una fugitiva
que huyó como si pisara el cielo
dejando una impasible huella en la memoria.


Si ambos fueran valientes
tendrían que reencontrarse en aquel país de astrolabios
y de milagros en los charcos.

La niña que fertilizaba mariposas

LA NIÑA QUE FERTILIZABA MARIPOSAS




Una mariposa de alas redondas
se posó en la carpa del patio
del niño de cera de abeja.
(ya no quedan carpas
ni mariposas en las ciudades)
Él la tomò con sus deditos,
le sacó una fotografía
para mejor estudiar su procedencia
y la echó a volar.

Acto siguiente, la mariposa
fue a parar al hombro
de la niña de azúcar cande
que dormitaba bajo un pino dorado.
Ella abrió sus inmensos ojos
por el roce,
se sonrió con picardìa
y la fertilizó para siempre.

LA AVARICIA DE LAS PALABRAS.

LA AVARICIA DE PALABRAS 

La avaricia de palabras no es para ellos. Las regalan. No persiguen derechos de autor. Saben que todos los himnos se escurrirán en la arena y quedará seca la llanura.

LA VIDA ES UN VASO VACÍO

LA VIDA ES UN VASO VACÍO.



A Roberto M. Cardenal.



La vida es un vaso vacío.
Es el agua sumida en el principio de todas las cosas.
Inextricable origen. Arruga de lejanías.

El nombre no existe más allá de su hálito.
Agua y hembra que engendra al hijo de la tierra.
Inocente peregrina, sin cauce,
se arrodilla ante la ola
cuando pasa, como una sombra herida y fugaz.

Minerva de las mil y una noches,
Hija del gigante caprino que intenta violarla.
Gota del rocío deslizándose sobre el ojo visor.
Hacha justiciera que trunca árbol para crear cuna.


Mujer manantial
de todos los hombres de plata,
habitantes del reino mineral,
que matarían al dios padre
por calmar tanta impaciencia
de breve sed.


Mujer de agua:
Cierra los ojos. Hasta luego.
Ya nos vamos a dormir.

viernes, 23 de noviembre de 2007

CENIT (El sueño de él)

CENIT 


(El sueño de él) 

No despertarás, todavía, 
hombre plateado por los astros. 
Tu verdad es la nube;
caminarás hipnotizado 
como un virginal efebo 
por los pasillos de Dios. 

 Las ciudades ya no existen. 
Tu mundo real se ha desmoronado. 
El miedo intestino 
alojado en riachuelos de sangre 
se ha de ir con las gaviotas. 
Tu cenit es la mirada amante 
de una incógnita mujer de agua. 

 La magia acecha los sueños 
 y vemos arder en su fuego 
 las guedejas carmesíes 
 que esperábamos desde la infancia. 

Prisma (El sueño de ella)

PRISMA.
(El sueño de ella)




PRISMA.


La mujer de agua huye de los calvarios
poseída por visiones
y se abruma en azogues de cristal
a lunarcitos.

Sueña.
Aparece flotando en las cuevas y acequias.

Es un prisma que rezuma
y sale como un gato garduño
de los vasos que la encierran.

En sus laberintos de seda
desaparecen estalactitas y carámbanos
y quedan reverberaciones oníricos
de color fluorescente.

Esencia de lucero,
burbuja, pandereta.
La mujer de agua rastrea
su esquilón de plata,
camarón de mares y ríos,
cantando saetas y liturgias.

La lúbrica mujer de agua,
quillay de la luna,
borda con su monótona voz
las lentejuelas del amor sublime.


















-

ENCUENTRO (BLUE BEAM)

ENCUENTRO



Hay un punto de azul en el encuentro.
Un holograma.
La belleza aguachenta y el espíritu cautivo
funden su delirio en obra maestra.
Aspirantes o aprendices de la perfección
miran la vacuidad
hasta el fondo del ojo preso
y saltan al vacío.
Dos faroleros en la oscura piscina
juegan a ser tótems de la Providencia,
actores de un teatro cerrado,
aviadores que se animan a cruzar la lágrima
en brazos de la percepción,
para escapar de la profunda sequía urbana.










-

INTEMPORAL

Intemporal

Pero si la mujer de agua es intemporal. 
No tiene edad ni cronologías. 
Es el beso de los huracanes, 
el ojo de las tormentas, 
el aire que perturba las galaxias. 
Las mujer de agua no madura como trigo 
porque es arándano verde 
para los caballeros 
que se olvidaron del ego 
y las vanidades, ocultas 
entre los tomates sequitos por el sol. -

HOMBRE SINTÉTICO

HOMBRE SINTÉTICO.


Rodando por los bares de la calle Defensa, la mujer de agua conoció al hombre sintético.
Él apenas presintió que se trataba de un error se sintió afortunado.
Al día siguiente la llevó a ver a un primo alquimista. La hizo solidificar con arte y la convirtió en mujer mediática. Como estaba algo excedida de peso, la anotó en un centro de recuperación contra la obesidad y la llevó al gimnasio tres veces por semana, le cambió el color de pelo y le compró ropa en la Bond Street. Luego, la exhibió orgullosamente a sus colegas médicos forenses.
Él estaba enamoradísimo, por eso, no pudo comprender la carta de despedida que la mujer de agua pegó con imán (una canastita de la abundancia) en la puerta de su heladera, tres semanas después:

-Te dejo. Sé feliz.

Su primer impulso fue llamar por teléfono a la oficina (le había conseguido un excelente empleo) para preguntarle. ¿Por qué?, ¿por qué?
La mujer de agua no estaba ni regresaría jamás por ese sitio, pero por el llanto angustiado del hombre sintético, que la despertó por la noche, comprendió que debía dar una explicación consoladora y personal.
Los hombres sintéticos no entienden de telepatía.
Consiguió comunicarse con el celular de su pretendiente, y le dijo casi sin respirar:

-Lo siento. No me gustaba tu ritmo circulatorio.

Las niñas de azúcar cande crecen y se vuelven descarriadamente sinceras y, muchas veces, lastiman a las personas sin querer.

ÉPICA

ÉPICA

Lejos de la épica 
asiste al hombre de plata 
en su exilio voluntario. 
Es el fantasma que grita en el vacío. 
Un cuerpo absoluto que llega del espacio. 
Una mujer celestial para después de la vida, 
para antes de la muerte. 
Arriesga sus blasones en la paradoja del placer 
por olvido de encarnaciones efímeras. 

 Cara a cara con el amo, 
no contaminada por lo vivo, 
tiene su estética propia 
una comunión particular con el goce. 

No hay trastiendas ni disimulos. 
Ella está ahí. 

LA ZUQUITA

LA ZUQUITA.

La “Zuquita” como la llaman cariñosa y artísticamente sus padres, se disfraza de salsera imitando a la negra Cruz o se pone un turbante a lo Carmen Miranda e inventa las canciones que se cantarán en calesitas, actos escolares y teatros infantiles.
Al final, saluda a su público con efusivas risas, reverencia a los asistentes de sus espectáculos y les regala besos autografiados con tinta indeleble.





Este será el hit del verano, rumbita compuesta por nuestra niña de azúcar cande.

Quiero ser una papa
recién cortada...
Para papá pa.

Quiero ser en tu boca
dulce bombón...
Borombombón.

Quiero tocar tu rumba
con la mirada...
Macumba,
soñada...

Quiero ser prisionera
en tu corazón...
Cosóngoro cosón...

Quiero bailar contigo
una lambada
Sonada.
Sonera.

Quiero ser la primera
en sellar tu cuello.
Muy bello.

Por ello:

Quiero ser una papa
Recién cortada...
Para papá pa.

Quiero ser la manteca
de tu sartén...
Ten fe... Fetén.

Y freírme en la cama
de tu cuartito...
Chiquito,
bonito...

Quiero ver en tus brazos
pasar el tren...
Uh uh uh

Pasar el tren...





Escuchar aquí la canción de La Zuquita

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Amor submarino

AMOR SUBMARINO.




Había una vez... dos buzos.
Había una vez... dos voces.
Había una vez... dos vasos.
Había una vez... dos besos.
Había una vez... abrazos.
Había una vez... abusos.
Había una vez... dos veces.
Había una vez... perdonen:
Hoy las musas están borrachas.








--

HOMBRE DE PLATA

HOMBRE DE PLATA. 

El hombre de plata 
la busca en las estrellas, 
en el arco iris. 
Publica avisos clasificados en la prensa; 
entra y sale de las hermandades; 
palpa el jardín perfumado 
con sus artes amatorias; 
parlotea con los cuervos; 
la busca, 
envía cartas, 
la inventa; 
va a los conciertos, 
la persigue cautelosamente. 
El hombre de plata la espera 
y la niega, con avidez. 
La codicia y la invoca. ¡

Ahhh, ¿donde estás, 
mujer de agua? 


No la encuentra. 
No la encuentra porque la busca 
con sus ojos y sus pestañas, 
con la ceja, la barbilla y el pelo lacio, 
con la nariz de fumador, 
con montura para las cabalgatas. 
La busca con sus dedos de uñas humanas 
y con la mordaza de empleado público 
de libros ordenados y escasos sueldos. 

 No la encuentra y llora cando la ve, 
 porque no sabe retenerla. 

INDICIO

Indicio


De manera tal, que hay un indicio. 

Espuma. 

Hielo que quema una canción de las Nereidas. 
Transparencia pagana de la estirpe 
de hijas de Fénix, 
que evangelizan a los Bárbaros. 

Hembra mitológica. 
Indescriptible hembra. 
Soberana de la tribu. 
Mínima. 

Sí. 
 Hay un indicio 
 en la espuma fecundada. 
 Una flecha.

Alba

ALBA


Ella no anda sola, lleva el amor consigo;
la luz de su plumaje arropa una ceguera
de barcaza perdida,
y la espuma atraviesa el canto adolorido,
extático y profundo,
que con negras pezuñas araña la ciudad.


El viento huele a ritos, a cardos, a naranjas
y caigo en los abismos como un oso polar,
su boca, miel y menta, secreta enredadera,
centella de los mares de un viejo capitán,
rescata otras historias
donde el alma no pierde el mundo
ante la greda.


Y habrá en labios azules:
"jamás" y nuevos "nunca"
de hogueras en el bosque,
con rostros de cuchillas,
de hangares y de pausas,
si el alba constelada
la vuelve a florecer.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Azafrán

AZAFRÁN.


Tiene la garganta seca y la mirada húmeda.
Sabe que esperar es una platillo mal cocido.
No siente sed aunque se muere de sed.
Ahonda por más. Va por todos.

Son sus lágrimas torrente espeso.
Mariposas entre las lilas.

Suave el silencio, no la cristaliza.
Rechaza los tragos de las tascas oscuras
y saborea las cucharaditas de almíbar
como en un alud de presencia elemental.
Ama.

La envidia tiene la pátina de palabras
de hembras de corcho.
Alcornoques ufanos y huequitos.
Ella es descomunal oquedad
y sin embargo,
fluye y permanece.

La mujer de agua va girando sobre los pantanos
y emerge casi sirena, etérea, abismal.
No conoce los pecados capitales.
Solo está orillando.

Planta dudas, como remolachas,
que alientan los tributos a la deidad
y de eso se trata su vida.

Nunca se soñó una “Water woman”,
Superhéroe aguatera de los cuentos.
Quiere ser lo que es purísima “Watered woman”,
acuosa y transparente;
resbaladiza, sensitiva,
angelada,imprescindible
aliada en plata.

La llevan a barlovento
las hebras de azafrán
sin teñirla de amarillo.

Ella insiste y huele a poesía
recién cultivada del suelo.

HISTORIA DEL AGUA PLATEADA.

Historia del agua plateada 


Todos los hombres están enamorados de una mujer de agua. Muchos, ni siquiera lo sospechan. Ella se enamora de alguno, cada tanto, y entonces, llueve rocío. 
Una mañana de agosto, la mujer de agua subió a un colectivo, con destino a Congreso. 
El vapor del frío empañaba las ventanillas. A esa hora, viajaba solo, un hombre de plata. Pura plata 900. Exquisito metal argentino, para él que no tenía nacionalidad posible y era hermoso. 
Dos señores mayores y una estudiante ocupaban las primeras butacas disponibles y no la vieron ascender. El caballero de plata iba sentadito en la última fila, con la vista fija en un libro. 
La mujer de agua se colmó de gozo al encontrarlo.Se acercó a él, le quitó los anteojos y depositó la novela que el hombre leía con avidez, a un costado del asiento. Se sentó sobre sus rodillas, en femenina posición de jinete, sin poder tolerar un minuto más de ansiedad, comenzó a besar los carnosos labios incógnitos. 
El hombre de plata, con los brazos duros pegados al cuerpo no supo reaccionar. Ella le metió su lengua salada como de brisa marina y recorrió los dientes y el paladar sensualmente, hamacándose del enigmático cuello. Los ojos del elegido eran espejos a punto de estallar. La dama de agua, secaba el sudor de la piel deseada con su túnica de gasa transparente. 
Encendido, él vio acercarse al más alto de los pasajeros hacia la puerta trasera y empezó a toser y toser. Tanto tosió que tiró a la mujer de agua, regada por la cálida saliva amada, al piso del ómnibus. 
La dama de agua comprendió que se había equivocado de momento, pero no de hombre, y aprovechó la parada para desaparecer en un soplo. 
Un rato después, el señor Martín Fuentes de La Vega, llamó a la Biblioteca del Colegio Religioso de Barracas, donde trabajaba, para pedir una licencia médica. 
Estaba ligeramente indispuesto por los sucesos repentinos y el sinuoso vaivén de las horas desbrozadas.

LOGIAS Y BUITRONES

LOGIAS Y BUITRONES


Las logias bochornosas 
de los Señores de la carne picada 
y los buitrones cadavéricos 
abominan de la mujer de agua 
y abjuran de sus demonios. 
Prefieren mantener el mito 
de las tangibles cortesanas 
que se desnudan 
para dar de comer a sus hijos. 
Como si el hombre de plata 
ignorara que esos hijos adulterinos 
de las entrañas de sardinas licenciosas, 
serán mañana los militares coronados al mando, 
que defenderán las espurias posesiones 
con su nombre contaminado 
y alcanzarán el poder 
con el espanto de la sangre triturada 
por las espadas que desenvainen.

BEDUINOS

BEDUINOS


A los beduinos, nómades del desierto, y a los hombres de argento no les demos la mujer invisible, describámosla, para que aprendan a descubrirla debajo de las arenillas doradas por la sed.

SOLEDADES

SOLEDADES 


 Una red insoluble, inexplicable y abstrusa, singular refugio del viajero enmascarado detrás de su herradura de oro, lo acomete. Tiznado vendaval de hojarascas embiste su corazón de plata. El graznido del cuervo de Poe se convierte en gladiador, héroe del viento, Nevermore del nunca más. Emblemas periféricos de las Fleurs du mal, en la cítara del mensajero, irrumpen en la memoria. Broquel y arma blanca de una esdrújula trigonometría que estudia los ángulos de formas llanas, agudas, graves y obtusas, como su mente obtusa, grave e iniciática, desde una selva de máscaras derruidas por el fermento de su completa angustia solitaria.

Romántico fortissimo

Romántico fortissimo.


Desnudas las ambiciones,
el piano se vuelve centro
inseparable,
como si el clavicémbalo de Mozart
tocara nuestras memorias
y exhortara al incendio.

Una mujer del siglo XXI
(en angélica custodia)
y el héroe de todas las conquistas
del devenir están juntos.

Suena el romántico fortíssimo.

Indisoluble este amor converge
en las calles de París,
-ohlalá, Paris-
patrimonio del mundo
que viste de rojo y negro
su apasionada lujuria.
Liszt tenía veinte años
y el teclado de Chopin
negaba la barroca hipocresía
de Montescos y Capuletos.

La Sinfonía fantástica

que es la creación milagrosa de la vida,
está sonando.

Vasos comunicantes.

Dos viajeros del tiempo
han amanecido en esa grieta
redentora de belleza
y morirán anudados
como mueren los desterrados,
por propia elección,
escapando de teléfonos celulares,
de la bolsa de Nueva York
y de fiestas de disfraces paganas
que ofenden a la procacidad
con su cinismo.

Dos amantes abducidos
por la misma vital fibra
crucifican su honor brindando
con la cursilería de los enamorados
en un campus de margaritas del edén.

CHAPARRÓN

CHAPARRÓN

Chaparrón trémulo. 
La lengua pica repetidamente 
la hondura melancólica 
de un puesto de violetas púrpuras 
barrenando Tribunales. 

 Desparecido jazz del mediodía 
en la mesa del Café de la Paz 
"que las cerezas están maduras eso lo sé..." 
Época hoy de sepultar flores alucinatorias 
y regoger frutos descorazonados. 

Crujiente frontera de la nada, 
la Poesía es, tal vez, un horizonte. 

Chaparrón trémulo: 
Deliberada renuncia 
al sosiego de entregarse 
al olvido victorioso 
de una niebla casual.

LOS COLORES

Los colores 

  “los colores se acurrucan temblando en las entrañas de las cosas” Jorge L. Borges. 


Cada semana 
los colores se acurrucan temblando en las entrañas de las cosas. 


La mujer de agua los libera de su exótica posesión. 
Los colores se persignan 
y combaten en la retaguardia. 
Aprietan sus modestas alternativas, 
resisten y sucumben al paso del tiempo, 
al frío, al calor, 
gobiernan los sueños, sin excusas, 
habitan la tierra y las olas, 
el cielo y la ultratumba; 
nacen desde la música, 
meriendan con un sol imaginado 
y tratan de escapar. 

 Rendidos, se dejan ir. 
 Y cierran nuestros párpados 
 con inexorable puntualidad inglesa.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Los lecheritos

Tìtulo y canción de la mamá del Alto Valle Serrano a su niña de azúcar cande.




Maìz en pepitas de oro,
vino en ayunas,
mandioca del suburbio,
baños de espuma.

Silbados por los vientos
van los amantes,
quesito blanco llevan
entre los guantes.

Parejita con boina
viene tirando
del carro del lechero,
no sé hasta cuando.

Me dijeron sus nombres,
no los recuerdo,
la vida es cara sucia
donde me pierdo.

Anoche se besaban,
hoy no se besan,
trabaja él fiel la tierra
mientras le reza.

Hilvana ella bocados,
vende tristezas,
caminante apurado
de las malezas.

Arcángel de ninguna
será la senda
de regreso a la cuna
en la merienda.

Me dijeron sus nombres,
no los recuerdo,
la vida es cara sucia
donde me pierdo.

martes, 6 de noviembre de 2007

Niña de azúcar cande.

Niña de azúcar cande.



La mujer de agua antes de ser sílfide fue niña de azúcar cande (cristalizada y dulce).


Supo jugar con cañitas voladoras y vandálicos soldados de plomo que conseguía con modosas estrategias infantiles. Perseguía cardenales con red y los instalaba en pompas de jabón, para escándalo de madres solteras y sacerdotes del tarot.


Las niñas de azúcar cande se derriten bien fácil, como las celdas de los prodigiosos pájaros que atrapan.

Intentando una definición

Intentando una definición.




La mujer de agua es solo contenido,
no tiene continente
ni islas ni lechos de océanos submarinos.

La mujer de agua no es agua.

Es mujer presente y poderosa.
Ni pulpo ni estatua,
ni algas ni laguna
ni lava de volcanes.

Es pasado indefinido, remoto,
sin querer ser nenúfar ni duende.
Moja y se acomoda a los perfiles del viento,
desencarcela olores,
interviene en la pintura del mundo,
hace eco de la voz, en los oídos.

Es amorfa e incorporal,
vitamínica pero nunca imaginaria.
Existe en la mente de su creador.
Se aleja del humo y de las carestías.
Lleva el futuro ondeando a su paso,
bailando en las tinieblas
y espera una señal.

Caliente

Caliente.





La mujer de agua es líquida y caliente.
Caliente como un verano a la intemperie,
como un mate recién cebado;
caliente como un arcón que se abandona;
caliente como un cristal de sol caliente,
como el sudor de la piel de los apasionados,
como la pluma de los poetas sin tinteros;
caliente como el relámpago que agoniza,
como el tacto del canónigo
de excepcional belleza;
caliente como el que mira desde el féretro;
caliente como un instrumento
después del concierto concebido,
como la pipa de un indio
despojado de su libertad;
caliente como el alma hirviente
donde la voz se escurre muda
hacia el final de los estanques.

La mujer de agua

La mujer de agua


¿Qué otra felicidad tu violencia pretende?

Louis Aragon.







El cielo espesa la calma.
Violentos ronroneos de gatos salvajes
cesan y murmuran.


La mujer de agua cruza la aurora.
En su pupila resplandece
todo el oro del mundo.
Un rayo atesorado en el pelo
derrite lentamente su lágrima crepuscular,
acorralada en cuerpo.


La mujer de agua
arranca las violetas del pozo
de la sombra.

Tarde

Tarde 

 ¿Estaba mi Lucía 
 con los pies en el arroyo? 
 

Tres álamos inmensos 
 y una estrella. 
El silencio mordido 
por las ranas, semeja 
una gasa pintada 
con lunaritos verdes. 
En el río, 
un árbol seco, 
ha florecido en círculos 
concéntricos. 
Y he soñado sobre las aguas 
a la morenita de Granada. 


  Federico García Lorca.